miércoles, 2 de junio de 2010

Barro, Adobe , hábitat y revolución

Barro, Adobe  , hábitat y revolución
Por Joel Sangronis Padrón






Es claro que en un mundo que entra en una crisis sin retorno del modelo de consumo de energía vigente en los últimos 100 años, la costosa producción de materiales para la construcción de viviendas e inclusive el diseño y conceptualización de las mismas tiene que ser revisado y redefinido.


En los últimos 60 años los países del sur del mundo hemos incrementado significativamente nuestros índices demográficos. La mejoría en nuestras condiciones sociosanitarias han influido decisivamente para que nuestra población se multiplicara a un ritmo cada vez más acelerado.


Estos aumentos de la población se concentraron fundamentalmente en las principales ciudades de nuestros países, produciendo en pocas décadas un colapso en la capacidad de servicios de éstas y un déficit cada vez mayor en la oferta de vivienda y de terrenos donde construirlas.


La construcción de viviendas e inclusive la planificación del urbanismo fueron abandonadas por los diferentes gobiernos, transfiriendo esta responsabilidad a la iniciativa privada y a la mano invisible del mercado, eufemismos con que en nuestros países se denomina a las monopólicas mafias de la construcción y a los gangsteriles negocios especulativos de la banca hipotecaria.


La durabilidad de los materiales de construcción actuales se obtiene a costa de un muy elevado gasto de energía: 1000 grados centígrados para producir cemento portland, 1700 grados centígrados para obtener el acero que se utiliza en la construcción, altos costos en fletes, etc. Este alto consumo de energía sumado a diseños inapropiados, no adaptados a nuestras condiciones climáticas, culturales y económicas, más la visión por parte del sector financiero de la problemática de la vivienda como uno de los negocios más lucrativos, con índices de retorno del capital invertido más rápido y tasas de ganancia más elevadas, han convertido la adquisición de una vivienda en un sueño casi inalcanzable para millones de hombres y mujeres de nuestros pueblos; situación en la que también yo, por cierto, me encuentro.


Las situaciones antes descritas parecieran indicar la necesidad de que se exploren nuevas (pero también viejas e injustamente olvidadas) posibilidades referidas a la construcción de viviendas, entre las que hay que destacar el barro y el Adobe como materias primas de la construcción.






El barro ha sido utilizado para construir viviendas desde la época de los primeros asentamientos humanos. Es un material abundante, económico y de notables cualidades físico-estructurales que el esnobismo y la colonización cultural nos ha hecho olvidar y despreciar.


El barro como material de construcción ha sido estigmatizado socialmente; se le asocia con pobreza y atraso; se le atribuye una supuesta fragilidad e inconsistencia que desmiente el hecho de que pirámides como la de Dahsur en Egipto, construida totalmente de barro hace ya más de 5.000 años, aun hoy se encuentra en un asombroso estado de conservación, lo mismo que la antigua ciudad de Cachan en el Perú, construida con barro hace aproximadamente 2.800 años, o largos trechos de la gran muralla china aun hoy en pie y funcional. También en el occidental estado de Falcón, su capital, Coro, declarada patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO, posee un casco histórico construido fundamentalmente de barro, en donde pueden verse majestuosas casas como la “casa de las ventanas de hierro”, perteneciente a la familia Tellería, que aun después de 300 años sigue maravillando y admirando a quien tiene el placer de recorrer sus pasillos, patios y habitaciones, y que hoy pide a gritos ser adquirida por el Estado venezolano para evitar su progresivo proceso de deterioro.


Entre las muchas cualidades y ventajas del barro como material de construcción tenemos:
Los adobes de barro (la palabra adobe parece provenir del árabe “atob” que significa cieno o lodazal, o de “atuba” que significa ladrillo) conducen poco el calor y actúan como equilibradores térmicos (absorben el calor del día y lo liberan poco a poco durante el frío de la noche y viceversa). Su capacidad de de aislamiento acústico es notable, y esta característica viene a ser de gran utilidad y beneficio a una sociedad golpeada por el estrés y por la cultura del ruido. El barro aísla de las radiaciones electromagnéticas, cosa que no hace el concreto. Es un material prácticamente incombustible, con un valor de ignición de F-180, esto significa que puede soportar el fuego durante 180 minutos sin arder.


Los muros y paredes hechos de adobes de barro son gruesos y su densidad es semejante a la del hormigón. Tiene una alta resistencia a los impactos y es totalmente ecológico y reciclable. Sus daños estructurales son fáciles de reparar y tanto el barro como la arcilla son protectores naturales en contra de hongos y bacterias, además de que como intercambian humedad con el exterior mantienen saludables niveles de humedad en el interior de las viviendas..


Países centroamericanos como Honduras, Costa Rica y El Salvador y Peru y Colombia están instituyendo escuelas para la formación de maestros constructores en la técnica del barro.
Sólo utilizando materiales económicos, ecológicos y abundantes (como el barro), podrán los diferentes gobiernos de los países del mundo cubrir el déficit de más de 500 millones de viviendas que se calcula se necesitaran en el mundo en los próximos 20 años.


Joel Sangronis Padrón - Profesor UNERMB



lunes, 31 de mayo de 2010

La reconstrucción en Vichuquén

La reconstrucción en Vichuquén: un modelo a seguir


La Zona Típica de Cobquecura idealmente reconstruida: cables soterrados, farolas coloniales, sin carteles comerciales excesivos y calles adoquinadas.

En el video cuyo enlace está un poco más abajo, podemos apreciar el ensayo de resistencia de una construcción experimental hecha de adobe reforzado congeomalla , usando el simulador de sismos del Laboratorio de Estructuras de de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Católica del Perú. Esta unidad es de origen japonés:

http://www.youtube.com/watch?v=LtgAJIA1wHk&feature=related

La construcción experimental lista para la prueba en el simulador de sismos del
Laboratorio de Estructuras de la Facultad de Construcción Civíl de la PUCP.


Después de éste fuerte terremoto simulado, sólo observamos daños en el estuco y en la parte inferior de una ventana, lo que representa un daño estructural menor (No se puede determinar los grados Mercalli en la simulación, porque esto va a depender entre otros factores de la calidad del suelo)

Después del fuerte terremoto simulado, la estructura de adobe reforzada con
geomalla permanece en pie.


El uso de la geomalla es quizá la mejor alternativa técnica para reconstruir las Zonas Típicas dañadas por el terremoto.
Es un material, con el cual se cubre el adobe antes de estucarlo, es barato y hace mucho más segura a esta técnica tradicional.

Las paredes pueden ser levantadas incluso por una sola persona, mientras que para cocer las tejas que las van a cubrir se necesita de cierta coordinación.
A este tipo de estructura se les podría agregar quizá otros elementos para hacerla aún más resistente: pies derechos, diagonales, escuadras en las esquinas, refuerzos internos en madera rolliza que unan los bloques, etcétera.

El costo de construir en adobe va a ser siempre muchísimo menor que levantar muros en concreto armado, porque la tierra que se va a ocupar para hacer paredes y techos es un bien gratuito, y porque con esta materia prima se puede aplicar la autoconstrucción.

Es importante también considerar las ventajas que tiene la tierra si se usa para levantar muros, en el sentido que ella tiene las mejores propiedades de aislamiento térmico, superior a cualquier otro material moderno. Esto es válido también para las tejas de barro cocido.

Hoy los habitantes de Vichuquén, uno de los bellos pueblos de la zona afectada por el sismo del 27 de febrero, están participando activamente en la restauración de su Zona Típica.

La comunidad vichuquenina, apoyada en la tecnología moderna del adobe,
reconstruye y refuerza sus casas con geomalla.


La reconstrucción de los pueblos de adobe de la Zona Central afectados por el terremoto tiene dos imperativos importantes:

En primer lugar está el aspecto histórico, patrimonial, relacionado con nuestra identidad como nación, con la necesidad de que tenemos como país de preservar materialmente nuestro pasado urbano.

En segundo lugar esta el aspecto económico.
Porque el que los vichuqueninos hayan decidido reconstruir su pueblo a la manera tradicional pero ahora reforzando los muros, no es sólo una actitud relacionada con la nostalgia y la historia, sino que también con el presente, con los beneficios económicos de mantener a un pueblo rural con sus caracterísiticas tradicionales, que son tan atractivas para los visitantes proveniente de las grandes ciudades.
De esta manera, El turismo rural en sus distintas variantes tendrá en el patrimonio arquitectónico de Vichuquén, —y en el de de los pueblos del Valle Central que quieran emular esta experiencia—, un importante punto de partida para su desarrollo, lo que en los últimos años, antes del terremoto, ya empezaba a perfilarse.

Conviene mirar la realidad. Aunque las autoridades tengan las mejores intenciones, sean éstas del gobierno, de los respectivos municipios o del Consejo de Monumentos Nacionales, no hay recursos suficientes para destinarlos a la reconstrucción de todas las Zonas Típicas dañadas por el terremoto. La pasividad de las comunidades involucradas podría llevarlas a su definitiva desaparición.

La elaboración de los bloques de adobe se hace bajo estrictas normas técnicas.


En Vichuquén, gracias a la conciencia patrimonial de sus habitantes, de 100 casas de la Zona Típica y de otras aledañas, sólo 16 serán demolidas para ser reemplazadas por nuevas construcciones en adobe sismoresistente. El resto de las casas están siendo reparadas y reforzadas con geomalla .
Es que por este pueblo no pasó el apresurado frenesí demoledor de las palas mecánicas. Al contrario, los vichuqueninos protegieron de la humedad amorosamente sus casas dañadas con polietileno.

Si Vichuquén ya está en plena reconstrucción, es por la conjunción de tres factores: la participación de sus habitantes, la asesoría de un organismo técnico oficial, el SENCICO del Perú (Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción), y el aporte financiero del sector privado, en este caso la empresa minera Barrick.

Los técnicos peruanos que generosamente entregan sus conocimientos en Vichuquén.


Este modelo de reconstrucción, que conjuga la autoconstrucción más apoyo técnico y pecuniario, es sensato y realista.

Cada pueblo poseedor de inmuebles históricos dañadas por el terremoto: Rere, Lolol, Curepto, Chanco, Cobquecura, Putú, Pumanque, San Pedro de Alcántara, Zúñiga y tantos otros, debería replicarlo.

Pero los habitantes de estas pequeñas ciudades rurales, depositarias de nuestro pasado urbano, necesitan por lo menos un empujoncito de las autoridades,
sean estas del Ministerio de la Vivienda o del Consejo de Monumentos Nacionales.
Porque éstas comunidades se encuentran todavía en un "estado de negación patrimonial", mezcla de la perplejidad que naturalmente les provocó el terremoto, las angustiosas incertidumbres de cara al futuro, y por el efecto de alrededor de 100 años de denostación del material del que estaban hechas todas las ciudades del Valle Central hasta no hace mucho: el adobe.