viernes, 28 de mayo de 2010

El Adobe y la huella de carbono


Suelo y las tecnologías para la reconstrucción
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jueves, 13 de mayo de 2010
La tierra que cubre los valles y cerros de la patria es el material para construir más noble de manejar, barato, bajo en consumo de energía, de la menor huella de carbono, reciclable, fácil de mantener, sustentable y duradero. Es al final el material de construcción que más conocemos y del cual tenemos mayor memoria colectiva en la humanidad. Comparada con el cemento y el acero del hormigón, o comparada con el costo energético de un ladrillo, la tierra tiene una huella de carbono envidiablemente baja, sumado esto que en la mayoría de los casos no requiere energía de transporte, está cerca o allí mismo.
Usar la tierra en la construcción puede hacerse además de un modo técnicamente asísmico, sobre todo cuando se trata de viviendas y obras menores. Las viviendas asísmicas más antiguas que conozco en Chile están hechas con alguna de las técnicas mixtas conocidas que usan el aplicar y preparar mezclas con agua, tierra y paja.
Distinto ha sido el destino del Adobe. Entendiéndose en este artículo al adobe como el bloque de barro y paja usado en Chile en muros masivos desde los tiempos de la colonia. Una tecnología distinta a las otras con tierra, tales como el tapial, la quincha o la quincha mejorada. El adobe amontonado uno encima de otro, de gran volumen y sin refuerzos, con un techo pesado se viene cayendo con cada terremoto desde los inicios de la nación. El Adobe ha acumulado tanto desastre y víctimas que ha llegado a ser prohibido su uso en las ordenanzas de la construcción, traspasando su mala impronta a las otras técnicas constructivas que usan tierra y el barro. Eso ha ocurrido así porque nuestros artesanos han olvidado que el adobe simplemente apilado no sirve en un sismo necesita otras tecnologías para resistir. Partiendo con la forma adecuada de tocar el suelo según el lugar, continuando con el sistema de trabas, escalerillas, armado, contrafuertes y soleras que logran “confinar” el material en el caso de sismos, siguiendo con la debida protección contra la humedad más una buena cultura de cuidado y mantención.
Las tecnologías de tierra y barro debidamente confinadas, debidamente protegidas y mantenidas, han logrado mantenerse en pie por siglos de uso y varios terremotos, son social y ambientalmente sustentables. Hay muchos institutos y universidades en el mundo estudiando y trabajando en este tema: me ha tocado estar en universidades de países sísmicos andinos como Perú y Colombia, donde desde hace años la tierra como material recibe aportes de la ciencia y la tecnología para mejorar como material de construcción, en especial de viviendas. También me han tocado conferencias en países tan disímiles como Noruega o la India, donde el tema de la tierra se toma con académica seriedad y ciertas urgencias productivas. En el Cairo, Nueva Zelandia o California las innovaciones en tierra se suman y siguen.
Por allí aparecen también casas de fardos de paja y barro, casas de tapial tensado y confinado, bloques prensados con sistemas de traba y armadura, barros sobre malla metálica, tierra en textiles, mezclas de suelo cemento y otros. La tecnología sigue avanzando. En Chile está naturalmente demostrado en el tiempo que estas casas técnicamente asísmicas resisten los 8 grados Richter o más de un gran terremoto. No confundirse con el adobe masivo, sin técnicas de arriostre, que se ha caído durante toda nuestra historia.



Ahora existe la urgencia de reconstruir viviendas y patrimonio, hay seguridades antiguas y nuevas respecto de la tierra como material de construcción, el desafío de innovación de la tierra tecnificada recién comienza.
Pedro Serrano R., Departamento de Arquitectura UTFSM

jueves, 27 de mayo de 2010

Corresponde a las autoridades diseñar mecanismos que permitan salvar el patrimonio arquitectónico


Preservación del patrimonio arquitectónico tradicional

Corresponde a las autoridades diseñar mecanismos que permitan rescatar el patrimonio amenazado tras el terremoto, con el objetivo de proteger edificaciones que tienen un valor que la sociedad necesita resguardar si aspira a preservar su identidad histórica.



Uno de los daños más graves que dejó el terremoto del 27 de febrero pasado se produjo en la arquitectura rural de la zona central del país. Construcciones levantadas hace siglos sufrieron el embate del sismo, lo que provocó un severo perjuicio al patrimonio arquitectónico tradicional chileno. Ahora la sociedad debe decidir si desea contribuir a preservar al menos parte de este legado cultural e histórico, o dejar que quede sepultado para siempre en medio de los escombros. 
Desafiado por numerosos terremotos a lo largo de la historia nacional, el patrimonio arquitectónico tradicional quedó gravemente herido en esta oportunidad. Pueblos enteros en las regiones de O'Higgins, Maule y Biobío se vinieron, literalmente, al suelo. Casas patronales en distintos fundos y parcelas, así como iglesias y capillas rurales han sido derrumbadas o tienen severos daños, incluso estructurales. La destrucción en las edificaciones de muros de adobe, galerías, patios interiores y techos de teja chilena, muchas de las cuales ya subsistían en condiciones de precariedad por su antigua data y escasa mantención, es enorme y supone una pérdida de proporciones en las áreas campesinas de la zona central.  
Una parte importante de este legado se ha derrumbado y hoy es irrecuperable. Sin embargo, hay otra fracción también muy relevante que ha sufrido daños, en ocasiones muy serios, pero que aún sigue en pie. La tentación de derribar esas casas e iglesias es grande, pero debe ser resistida dentro de lo posible, pues es probable que esas edificaciones puedan ser rescatadas. 
Las demoliciones deben ser postergadas para que expertos realicen las evaluaciones correspondientes y determinen la viabilidad de las construcciones afectadas por el terremoto, sin perjuicio de las medidas de resguardo necesarias para evitar daños a terceros.
Debido a que muchas de estas edificaciones están en manos de propietarios privados que, además, han sufrido otros efectos del sismo en sus faenas productivas, es muy probable que éstos no tengan la capacidad en tiempo y dinero para enfrentar una reparación materialmente onerosa en recursos, y costosa en tiempo y dedicación. Por lo mismo, cabe al Estado promover y financiar una evaluación respecto de si vale la pena intentar la preservación de este patrimonio, así como proveer asesoría técnica para las obras urgentes que conserven las edificaciones hasta su reparación definitiva.
El patrimonio lesionado es parte de la identidad cultural del país. La construcción material afectada es reflejo de un estilo de vida forjado a través de siglos por personas que dieron forma a un estilo peculiar de arquitectura. Las austeras iglesias y capillas de la zona central son, por ejemplo, una síntesis entre la influencia jesuita y las necesidades del clima, la topografía y la población.
Al mismo tiempo, en las casas y parroquias de la zona central ha transcurrido buena parte de la historia de Chile, como también la vida privada y pública de generaciones de sus habitantes. Por todo ello, se trata de un patrimonio que se justifica rescatar.
Otros terremotos, como los que afectaron al valle del Limarí en 1997 y al Norte Grande en 2005, dañaron severamente el patrimonio arquitectónico de esas áreas. Mientras en el segundo caso la restauración ha sido lenta -pese a haber fondos especialmente destinados para el efecto-, en el primero se ha producido lentamente la rehabilitación de edificios muy afectados, algunos de los cuales en su momento se dieron por irrecuperables.
Corresponde a las autoridades diseñar mecanismos que permitan salvar el patrimonio arquitectónico amenazado tras el terremoto. Esto puede hacerse a través de la apertura de líneas de crédito, establecimiento de subsidios, exenciones o incentivos tributarios a empresas y propietarios, entre otras vías posibles, con el objetivo de rescatar de la destrucción a edificaciones que tienen un valor cultural que la sociedad necesita resguardar si aspira a preservar su identidad histórica.


Parroquia San Ignacio de Empedrado, Empedrado, Talca.

lunes, 24 de mayo de 2010

CUATRO REGLAS BASICAS DEL ADOBE

CUATRO REGLAS BASICAS DEL ADOBE


La secretaria ejecutiva de la Comisión nacional de Bienes Culturales de la Iglesia Católica sostuvo que los maestros expertos en construir adobe, aunque no fueron a la universidad, sabían construir según reglas ancestrales que no se han respetado en la mayoría de los casos, causando los daños y derrumbes que hoy lamentamos.

Es absolutamente necesario conocerlas y respetarlas, especialmente en edificios de valor patrimonial o histórico:

1.- Techos pesados, de vigas de roble y tejas de greda, para amarrar los muros. En la inmensa mayoría los techos fueron cambiados por materiales más livianos. Este cambio también produjo, entre otras, el derrumbe del cielo de la Basílica de San Francisco de Asís, en Italia, construida en piedra.

2.- Protección de la humedad, aislando los muros del contacto con el suelo: lo que se logra con una base o cimiento de bolones de piedra, encima dos o tres hileras de ladrillos, que trabajan como secante, y, encima el adobe, sin contacto con el suelo. Y canaletas con ripio como drenaje alrededor de todo el edificio.

3.-Mantener el diseño original, sin modificaciones. Gran parte de los derrumbes se debe a ampliaciones, apertura o ampliaciones de puertas o ventanas, debilitando la estructura y sin los refuerzos adecuados.

4.- Reparar el adobe con adobe, o materiales compatibles, como madera u otros elementos colocados para reforzarlo pero igualando y respetando la elasticidad del adobe frente a los movimientos sísmicos.

Si el adobe es el material de construcción de bienes patrimoniales, o de valor histórico o local, debe ser respetado para proteger la VERACIDAD HISTORICA del edificio, principio básico del Patrimonio. El desafío en los casos de las iglesias o santuarios chilenos, que reúnen muchas personas, lo que dificulta su evacuación y protección, es diseñar un criterio común de intervención con elementos que refuercen los muros sin destruir su veracidad histórica.



En síntesis como dicen los Adoberos Buen Zapato y Buen Sombrero.